martes, 13 de marzo de 2012

Matarlos de verguenza

Enrojecer nuestros labios de tanto besarnos.
Matarlos de vergüenza hasta ponerlos colorados.
De la mañana a la noche. Acostados.
Vivir en un colchón, acurrucados.
Bajo la supervisión suprema. Con miedo a que nos descubran.
¡Como si estuviésemos haciendo algo prohibido!
(cosas que van quedando en la memoria...y se necesitan volcar)
Eso era lo que estaba pensando cuando te miraba, apoyada en la pared hablando conmigo, pero solo hay un ingrediente que puede hacer que los pensamientos sucedan. Ese ingrediente se llama Tiempo.

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